Así, las arqueas más rápidas son capaces de recorrer una distancia de hasta 500 bps (bodies per second o cuerpos por segundo).
Según estos cálculos, para batir a estos microorganismos unicelulares, el guepardo tendría que alcanzar una velocidad de más de 3.000 kilómetros por hora, ya que sus 110 kilómetros por hora corresponden únicamente a unos 15 bps.
Pero su exorbitante velocidad no es lo único excepcional de las arqueas, sino también su exótico hábitat, señalan los científicos.
Estos microorganismos se encuentran sobre todo cerca de fumarolas negras, es decir, junto a fuentes de hasta 400 grados celsius en el lecho oceánico.
Las arqueas dependen precisamente de su velocidad para poder mantenerse de forma permanente en aguas a una temperatura de unos cien grados, ya que si fueran más lentas, podrían salir despedidas por el chorro de agua de las fumarolas negras a la superficie del océano, con temperaturas mortales de sólo 2 grados.
Pero los científicos hicieron otro sorprendente descubrimiento: las arqueas no se caracterizan sólo por su inigualable velocidad, sino también por variar su movimiento, ya que son capaces de moverse tanto en línea recta como en zigzag.
Para el profesor Reinhard Wirth, del Centro para el estudio de las arqueas de la Universidad de Ratisbona, precisamente esta capacidad de variar la forma de desplazarse permite a estos veloces microorganismos detectar las condiciones de agua óptimas.
Según estos cálculos, para batir a estos microorganismos unicelulares, el guepardo tendría que alcanzar una velocidad de más de 3.000 kilómetros por hora, ya que sus 110 kilómetros por hora corresponden únicamente a unos 15 bps.
Pero su exorbitante velocidad no es lo único excepcional de las arqueas, sino también su exótico hábitat, señalan los científicos.
Estos microorganismos se encuentran sobre todo cerca de fumarolas negras, es decir, junto a fuentes de hasta 400 grados celsius en el lecho oceánico.
Las arqueas dependen precisamente de su velocidad para poder mantenerse de forma permanente en aguas a una temperatura de unos cien grados, ya que si fueran más lentas, podrían salir despedidas por el chorro de agua de las fumarolas negras a la superficie del océano, con temperaturas mortales de sólo 2 grados.
Pero los científicos hicieron otro sorprendente descubrimiento: las arqueas no se caracterizan sólo por su inigualable velocidad, sino también por variar su movimiento, ya que son capaces de moverse tanto en línea recta como en zigzag.
Para el profesor Reinhard Wirth, del Centro para el estudio de las arqueas de la Universidad de Ratisbona, precisamente esta capacidad de variar la forma de desplazarse permite a estos veloces microorganismos detectar las condiciones de agua óptimas.
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